LA MUERTE DEL AUTOR
ROLAND BARTHES
Nada más iniciar nos encontramos con una cita a la novela Sarraine de Balzac, en esta se nos habla de un hombre castrado el cual ha adoptado el papel de una mujer, y aunque a primera vista da la impresión de que aquel fragmento no va al caso, Barthes no tarda en guiarnos a través de su pensamiento. Empezando a plantearnos la duda de a quién pertenecen realmente aquellas palabras ¿A Balzac? ¿A la femineidad? Imposible averiguarlo, después de todo la escritura es un lugar neutro, lleno de matices sin una identidad definible.
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En la continuidad del texto Barthes nos va explicando el como el Autor ha sido creado e incluso divinizado por nuestra sociedad capitalista, dejándonos llevar muchas veces por quien escribió el texto en vez de realmente su contenido, lo cual es un grave error pues finalmente el relato jamás ha estado a cargo de una persona, sino de un mediador.
El Autor no solo ha empezado a morir sino que ha aceptado con orgullo su propia muerte, siendo consciente que sus palabras no le pertenecen, estas son parte del lenguaje, de la cultura, puesto que hay una multiplicad de voces que toman partida en aquello reglones y es el lector mediante la imaginación quien le da vida estas, las apropia, después de todo el lector no tiene un historial, no tiene una historia, él llega limpio a surcar en este mundo de pisadas y surcos que ya han dejado otros.
La muerte del autor es el sacrificio necesario para dar vida al lector.